Fuente: Osasuna.es |
Ayer, tras el partido copero de
Osasuna, sentí miedo. Llovían piedras, ráfagas de munición zumbaban junto a mis
oídos, las bombas caían desde el cielo y los ríos de sangre cubrían el suelo. Se
había desatado una dura batalla en esta guerra civil. Padres contra hijas, hermanas
contra hermanos.
Sí, evidentemente estoy
exagerando. Cuando observo algo mi mente tiende a exagerarlo y montarse sus
películas, habitualmente de comedia. Sin embargo, en esta ocasión sólo veía
tragedia por todas partes. El conflicto entre el sector procantera y el
anticantera alcanzó ayer un nivel de tensión elevado. Y sí, desgraciadamente
existe un sector anticantera por mucho que se empeñen en negarlo. Suele pasar
como cuando alguien te dice que no es de izquierdas ni de derechas, con esa
afirmación ya sabemos de qué pie cojea.
Por ponernos en antecedentes, a
lo largo de esta campaña se lleva viviendo un intenso debate entre ambos
sectores, debate propiciado por determinadas decisiones en cuanto a la confección
de la plantilla de esta campaña y por las alineaciones hasta ahora vistas. Ayer,
gracias a la Copa, Diego Martínez decidió alinear a cinco canteranos en el
equipo titular, dos de ellos prácticamente sin minutos hasta la fecha y
reclamados por mucha gente. El equipo perdió y quedó apeado de la competición. Ese
fue el detonante para que los anticantera lanzasen sus proclamas. “Los
canteranos no juegan ni a tabas”, “espero que los defensores de la cantera se
queden ahora bien calladitos”, “en la cantera no hay nivel”… Perlas de tal
calibre.
Resulta curioso que ese grupo
achaque la derrota a determinados jugadores cuando ayer no había por dónde
coger al equipo, empezando por el planteamiento. Sistema de tres centrales
separados por kilómetros los unos de los otros; dos carrileros que no son tal
jugando en la línea de medio campo; uno de ellos, Coris, sin bajar a defender
en todo el partido, el otro, Buñuel, sin acierto a la hora de subir;
centrocampistas lejísimos de la defensa y del ataque, provocando que Osasuna
sólo ocupara tres franjas del terreno de juego en lugar de abarcar todo el
campo. Como resultado, una autopista por la izquierda por la incapacidad
defensiva de Coris y la falta de apoyos de centrales y medios por su distancia
unos de otros, que provocaba que Oier acabase desbordado. El Cádiz lo
aprovechó, atacó insistentemente por aquel flanco y acabó anotando.
Once jugadores blanditos y mal
colocados, con hasta cuatro jugando fuera de posición. Porque ni Sebas Coris es
carrilero izquierdo, ni Buñuel carrilero derecho, y colocar a Miguel Díaz y De
las Cuevas partiendo de la banda al centro es como poner a Messi de portero.
Con estas premisas, haber ganado ayer hubiera sido bien por fortuna o bien por
desacierto del rival.
Pero era el momento de atacar a
los chavales. Era el día de afirmar, POR UN PARTIDO, que Buñuel está verde,
después de que en toda su trayectoria de rojo ha demostrado no desentonar en
ningún momento. Era el día, después de dos partidos notables, de volver a
asegurar que Oier no vale de central. Como no estaba Torres… Era el día de
decir que Miguel Díaz no juega porque no aporta. Y, sobre todo, era el día de
cargar las frustraciones diarias contra David García. Esto ya viene desde la
temporada pasada, pero pasa de castaño a oscuro. Lo lógico es criticar a
alguien cuando lo hace mal, pero jamás entenderé que se falte al respeto o se
insulte a un jugador de tu equipo. Los improperios hacia David están en la red,
se pueden leer, y me duele en el alma. Es un jugador que no está bien y todo
parece indicar que se trata de un tema de cabeza. La temporada pasada pasó
factura a todos, y jugar con la rodilla hecha polvo como hizo él imagino que no
ayudó mucho. Pero en dos años en Segunda demostró ser un jugador más que válido
para Osasuna, siendo determinante para evitar la desaparición y, posteriormente,
lograr el ascenso. Un futbolista no pasa de ser válido (como mínimo) a ser un
paquete, por mucho que haya quien se quiera empeñar. Un poquito de respeto
estaría bien, sea o no de tu agrado.
En definitiva, parece que esto se
ha convertido en una guerra entre dos bandos cuando todo el mundo debería de
estar orgulloso de que gente de casa, tu producto, en el que inviertes dinero
año tras año, llegue al primer equipo. Menospreciar a la cantera significa
menospreciar al Club, menospreciar su trabajo, esfuerzos e inversión, así de
simple. Pretender que un chico debutante (o casi) en el mundo profesional tenga
el mismo rendimiento que un veterano es ilógico. Lo más importante es, como en
el mercado laboral, dar oportunidades a las nuevas generaciones. Que fallen y
aprendan de sus errores, animarles y enseñarles, potenciar la crítica
constructiva en lugar de los comentarios destructivos y desmoralizantes que se
están leyendo. Por David, Miguel y Aitor, disfrutemos. Esto no es una guerra.
Comentarios
Publicar un comentario